lunes, 25 de mayo de 2009

Una morocha perfecta

Ella acababa de llegar del centro comercial donde había estado paseando sus largas piernas, su perfecto culito, bajo la mirada lasciva de todos los tíos que por allí había. Eso la había excitado, estaba calentísima, pero él, tirado tranquilamente leyendo en la cama no tenía ganas y se hizo de rogar. Claro que un pibón así, ansioso de sexo, puede ser muy persuasivo. Cómo negarse negarse a dar unas palmaditas a ese culete y a probar las mieles de su excitado chochito. Cómo negarse a pegarle un polvazo a tan tremendísima mujer